Sevilla, España
La conservación del Patrimonio se debe basar fundamentalmente en la preservación. Cuando se trata de obras expuestas a la intemperie no resulta viable implantar medidas preventivas que permitan controlar las condiciones ambientales que influyen de manera determinante en el desarrollo de los procesos de deterioro. En estos casos, la conservación preventiva se debe centrar en mantener en buen estado los materiales de construcción y los elementos arquitectónicos, tanto estructurales como funcionales o de protección y en la aplicación de programas de mantenimiento. Este tipo de actuaciones permiten la detección precoz de los daños evitando un agravamiento de la patología y son, además, un mecanismo que rentabiliza las inversiones económicas que las instituciones encargadas de la tutela de los bienes culturales dedican a su restauración. Por otra parte, las labores de control y mantenimiento permiten evaluar la idoneidad de los tratamientos y de las soluciones adoptadas.
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