La mayor parte de las vanguardias artísticas del siglo XX se han definido así mismas como "antiburguesas", sin embargo todas ellas han servido y sirven al interés supremo de la estabilidad social porque paralizan el tiempo cronológico, invalidan el cambio y sostienen tanto el espectáculo de los museos públicos identitarios como la especulación financiera sobre el arte. Una cosa era lo que pretendían expresar a través de sus creaciones y otra muy distinta las consecuencias sociales de su relato.
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