La Exposición Universal en Lisboa, en 1998, no sólo fue un evento que realzó internacionalmente a Portugal y que enfatizó el rol de los océanos en la historia del desarrollo de los pueblos, sino que además fue un interesante proyecto de renovación urbana en áreas cercanas, cuyos logros son tangibles hasta hoy. El edificio más icónico de la exposición fue el Pabellón de Portugal, desarrollado por Álvaro Siza, ganador del premio Pritzker en 1992.
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