Desde la Revolución Industrial, el diseñador ha sido una pieza clave para el desarrollo de proyectos, tanto en su parte investigativa y conceptual como en la toma de decisiones frente a la viabilidad de un proceso productivo. A partir de sus competencias propositivas e involucrando los ámbitos culturales, ambientales, sociales, ergonómicos y productivos que inciden en el producto, el diseñador debe desarrollar objetos altamente innovadores, con una viabilidad productiva y con trascendencia frente a otros sustitutos.
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