Aunque hoy está casi universalmente aceptado, a comienzos de los ochenta en España se estaba muy lejos de que la sociedad en general y la industria en particular admitieran de forma generalizada la necesidad de invertir en tecnologías que mejoraran los procesos productivos. En esta línea, Europa atribuye un papel estratégico a las tecnologías de la información tanto en la fabricación como también en la ingeniería. Pero no hay duda de que, además de en los nuevos productos, estas tecnologías entran también en los procesos de fabricación por su participación en las tareas de automatización, ampliando considerablemente el contenido y el alcance de ésta. Hoy la automatización abarca desde los sistemas hasta los elementos y subelementos que componen aquéllos, así como las tecnologías que llevan a la integración de los elementos en los sistemas y a su vez a la integración de los sistemas y en una unidad global que es la empresa. A esta concepción de la automatización es a la que se hace referencia cuando se habla de CIM.
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