Con este término se identifica el momento en que la Virgen María escucha las palabras del arcángel Gabriel anunciándole que va a ser Madre de Dios. Como el Verbo se hizo carne en la persona de Jesucristo cuando la Virgen aceptó el mensaje divino, si se representa este instante se trata de la Encarnación. Forma parte del Ciclo de la Infancia de Cristo porque es el origen de su vida humana y el primer acto de la Redención, calificada por Beda el Venerable como exordium nostrae Redemptionis1. San Lucas en su evangelio (1, 26-38) relata el episodio acaecido en Nazaret, pero no describe el lugar, únicamente cita la turbación de María ante las palabras del ángel, actitud que la caracterizará en las representaciones de la escena. En la iglesia oriental el icono de la Anunciación se situaba en el iconostasio o en la puerta de acceso al templo2; y en Occidente fue tema habitual en las portezuelas de los trípticos y polípticos.
The term “Annunciation” identifies the moment when the Virgin Mary hears the words of the Archangel Gabriel announcing her as the Mother of God. Since the Word became flesh in the person of Jesus Christ when the Virgin accepted the divine message, the depiction of this event always concerns the subject of the Incarnation. The Annunciation is part of the Cycle of the Infancy of Christ, as it marks the origin of his human life and his first act of redemption, described by Bede as nostrae Redemptionis exordium. The Gospel of Luke (1, 26-38) narrates how the episode happened in Nazareth, but it does not pinpoint the exact place, only quoting the embarrassment felt by Mary when exposed to the words of the angel, an attitude that characterizes the representations of the scene. In the Eastern Church, the icon of the Annunciation stood either on the iconostasis or on the temple’s door, whereas in the West it was a common subject on the small doors of triptychs and polyptychs.
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