La democracia ateniense está marcada por el logos politicos, un verdadero diálogo de intercambios sin intermediarios. Las relaciones que se establecen entre gobernantes y gobernados son horizontales y directas. Todo ciudadano puede convertirse en la persona que garantice el buen funcionamiento de la ciudad gracias a la protección eficaz que le aseguren las leyes. La idea de justicia no está unida a las reivindicaciones individuales conocidas en nuestros días como derechos humanos (derechos subjetivos o derechos fundamentales), sino a los deberes que los ciudadanos y otros miembros de la comunidad demuestran poner en práctica al servicio de la comunidad política.
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