Una idea tópica, o más bien una foto fija es la que se ha instalado en la memoria histórica: los judíos desaparecieron de España después de la expulsión. Los que se quedaron se convirtieron al catolicismo y otros mantuvieron oculta su religión, sobre los que caía de una manera inmisericorde el tribunal de la Inquisición. Pero hay algo más, sí se mantuvieron vínculos vivos entre los descendientes de los expulsados y los españoles. Muchos regresaron como prestamistas del reino, fueron conocidos como los asentistas portugueses, pero todo el mundo sobreentendía que eran judíos.
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