A finales de la Edad Media tuvo gran repercusión en Europa el texto "Ars moriendi" ("El arte de morir"). Una obra que contiene consejos sobre los protocolos que marcaban los preceptos cristianos para "morir bien". En seis capítulos se define el proceso para acompañar y consolar al moribundo. Podríamos escribir la segunda parte de este trabajo que titularíamos "Ars postmortem". Y es que entre los siglos XVI y XIX, los centros cristianos de Europa construyeron osarios monumentales, en tamaño y en excelencia artística. En definitiva, se podía morir bien y se podía honrar la muerte con estilo.
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