La emergente utopía de lograr una ciudadanía planetaria, cuyas repercusiones educativas resultan de primer orden, ofrece a la Educación Ambiental un reto y una oportunidad renovadora. La aspiración nos remite al concepto de planetariedad, acuñado a raíz de la alerta de científicos y pensadores sobre los estrechos lazos entre el ser humano y el planeta en su realidad total, no solo física o biosférica sino también histórica y social. Por ello, con frecuencia se ha denominado Era planetaria a la actual etapa histórica, en la cual la interdependencia se revela como un rasgo especialmente significativo que reclama la asociación planetaria de los humanos para afrontar el destino común. En el artículo se proponen algunas pautas para que la Educación Ambiental pueda dar respuesta al desafío y contribuir a la construcción de una sociedad cada vez más compleja y globalizada pero, también, crecientemente sostenible; que camine por senderos de comprensión recíproca y tolerancia, y, a la vez, consciente de la propia e ineludible ecodependencia, se comprometa con el valor intrínseco de lo vivo y la preservación de la vida en todas sus manifestaciones
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