El tema de la salud urbana, hoy tan de actualidad, arranca del momento en que el amurallamiento de las ciudades privó a sus habitantes de la visión continua del medio rural. Solo unos pocos pudieron disfrutar de espacios privados ajardinados interiores que les aislaran del bullicio urbano. Cuando los Humanistas revitalizaron el pensamiento clásico recuperaron la idea de que sólo en los lugares de abundante vegetación se conseguía el sosiego necesario para desarrollar la mente. El asentamiento permanente en Madrid de la Corte en 1563 trastornó por completo el ambiente apacible de la ciudad; lo que Felipe II procuró subsanar en 1570 creando un espacio verde para el esparcimiento de los madrileños al este de la ciudad. Justo dos siglos después Carlos III volvió a reformar aquel �Prado Viejo�; pero le añadió otra función: instruir a los habitantes de Madrid en su Historia para que comprendieran que el Progreso sólo era posible en un cosmos ordenado. Pasados otros dos siglos, éste se quebró por la contaminación derivada del mismo, lo que hizo enfermar al patrimonio artístico del Paseo del Prado.
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