Tal como hemos indicado en el capítulo IV, el medio interno se mantiene constante gracias fundamentalmente a la adecuada eliminación renal. La capacidad de modificar la composición de la orina que elabora es requisito no sólo para la homeostasia, sino para alcanzar la estabilidad fisiológica. En este capítulo describimos las modificaciones en la composición de esa orina que representan alteraciones localizadas, tanto en el propio riñón como en otros órganos. A su vez, describiremos pruebas para comprobar su funcionalidad, habida cuenta que, como ocurre en el hígado, el riñón puede seguir funcionando con un número importante de sus nefronas lesionadas.
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