A lo largo de la segunda mitad del siglo XIX diversas ciudades españolas sufrieron transformaciones urbanas con vistas a mejorar sus condiciones de habitabilidad. En dichas transformaciones los ingenieros de caminos tuvieron un papel destacado. No estuvieron ausentes las tensiones entre ingenieros de caminos y arquitectos derivadas del solapamiento existente entre atribuciones profesionales. En el caso de Barcelona la actuación desde la estructura técnica del Ayuntamiento permitió a los ingenieros de caminos participar activamente en el ensanche y saneamiento de la ciudad: Cerdà y García Faria son dos nombres claves para su estudio.
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