En nuestro trabajo, queremos presentar el cine, por un lado, como compendio de otras artes y lenguajes, tales como la radio, la fotografía, la literatura, el teatro y el ritmo de la música, y también, como manifestación creativa del hombre y para el hombre. La reflexión sobre las proyecciones fílmicas nos hace constatar que dejar al hombre al margen del análisis cinematográfico sería renunciar a comprender la riqueza humana que encierra este arte. Así, el cine se aproxima al hombre a través de acciones relatadas. En su forma de narrar, refleja cómo está hecho el ser humano, cómo se comporta, cuáles son sus preguntas sobre el sentido de la vida, en otras palabras, expresa la condición humana en su más radical originalidad. Además, mostraremos un abanico de ideologías, en cuanto que en las representaciones cinematográficas encontramos huellas de casi todas las ideologías imperantes a lo largo de los últimos cien años. Otro objetivo de nuestro análisis es argumentar cómo la Iglesia ha reconocido el cine como instrumento válido para dar a conocer y apreciar valores y, en este contexto, la Sagrada Biblia es fuente inagotable de inspiración. Por el contrario, también en proyecciones de argumento no explícitamente religioso es posible encontrar auténticos valores humanos, una concepción de la vida, una visión del mundo abierta a la trascendencia, tomando como base la fecundidad de argumentos que presentan las Escrituras. Concluimos este trabajo afirmando que, el buen cine, el cine de valores, es un instrumento para el conocimiento de la persona y de su dignidad, así como para la reconstrucción de una cultura sobre la persona.
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