Agustín Rosety Fernández de Castro
América ha sido una constante en la relación exterior de España. Sin embargo, la política exterior en ultramar apenas representó una función de apoyo para un Estado que miraba hacia Europa y el Mediterráneo. Desde el comienzo de la Transición, en 1975, los sucesivos gobiernos centristas, socialistas y populares se esforzaron en corregir esa insuficiencia. Así surgió la política iberoamericana, verdadera política de estado que debió superar las, al menos aparentes, contradicciones que planteaban las dimensiones europea y atlántica de la acción exterior. La promoción de la democracia y la cooperación económica dieron nuevos contenidos a la presencia de España en América, capitalizando la lengua y cultura compartidas. En un mundo policéntrico en el que la vieja América Hispana y Lusa, hoy conocida globalmente como �América Latina�, está llamada a hablar con su propia voz, cabe aspirar a que esa voz sea occidental, en virtud de la cultura que España sembró en aquellas tierras
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