Las Filipinas hispánicas, controladas en escala tanto de Nueva España como de la misma metrópoli, estuvieron inmersas en múltiples luchas de poder, en colisiones de redes que defendían intereses contrapuestos. El gobierno de Sebastián Hurtado de Corcuera fue uno de los que más choques tuvieron. Las confrontaciones del gobernador con instituciones religiosas, autoridades civiles, mercaderes, militares...fueron numerosas y jalonaron todo su mandato. La llegada de un nuevo gobernador, Fajardo, acarreó la desaparición de la red centralizada de Corcuera y la prisión del mismo
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