Tras la incorporación de Granada a Castilla, en 1492, la ciudad se erige pronto en un centro artístico de primera magnitud, pues la necesaria cristianización del territorio exigirá la masiva importación de obras y de artistas. Mas, pasado este estadio inicial, pronto será capaz de abastecer de obras y de maestros a todo su entorno geográfico. Precisamente esto explica las frecuentes y positivas relaciones artísticas entre Granada, Murcia, Málaga, Jaén, etc., desde los mismos albores del Quinientos. La oferta granadina en el campo de la plástica escultórica era tan variada, abundante y diversa que favoreció a esos territorios vecinos donde la demanda superaba con creces a la oferta y no sólo en obras sino también en maestros. De ahí que, algunos artistas, que no lograban abrirse camino plenamente en estas tierras, lo buscaran en esos otros territorios, donde eran bien recibidos, los trabajos necesarios y, en última instancia, la fama anhelada
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