El autor aporta alguna reflexión sobre la distinta vara de medir acerca de la calidad del enjuiciamiento, según sea juez o árbitro quien deba decidir, frente a la imparcialidad que se presupone de uno y otro. En España, en el arbitraje doméstico, por regla general se tiende a desconfiar de la imparcialidad del árbitro más que del juez.
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