El artículo analiza la postura que mantuvo el obispo Leopoldo Eijo y Garay durante la Segunda República y la Guerra Civil, así como ante el nacimiento del Estado franquista. Se contrasta su actuación con la de otros prelados, como los cardenales Vidal, Segura y Gomá, así como con la del nuncio Tedeschini. Durante el conflicto cainita, se enlaza su actuación con la del resto de la jerarquía eclesiástica, contextualizandola.
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