A finales del siglo XIX las primeras descripciones de las mitocondrias y su posible presencia en todas las células eucarióticas provocaron un aumento del interés por profundizar en el conocimiento del condrioma, considerado hasta entonces como un aparato celular compuesto de numerosas granulaciones y filamentos denominados condriosomas. Cuestiones como su homogeneidad desde el punto de vista morfológico y funcional y su relación con otros componentes del citoplasma celular, especialmente con los plastos, no se conseguirían dilucidar hasta la segunda mitad del siglo XX, con el desarrollo de la Microscopía electrónica y los avances de la Biología Molecular.
La Histología española no fue ajena a estos problemas, realizándose algunas investigaciones de interés durante el periodo, de aproximadamente medio siglo, comprendido entre 1913 y los primeros años sesenta. En estas aportaciones hay que destacar la utilización de las técnicas de impregnación argéntica desarrolladas por histólogos como Cajal, Achúcarro y Rio-Hortega, que tanto éxito habían proporcionado en el estudio de los tejidos animales, especialmente en el tejido nervioso. Se utilizaron, tanto en células animales como vegetales, especialmente con el fin de identificar las diferentes estructuras citoplásmicas que se consideraban componentes del condrioma: condriosomas, mitocondrias, condriomitos, condriocontos, etc.
Entre las aportaciones más relevantes en células vegetales se pueden destacar, en primer lugar, los trabajos de José Madrid Moreno (1863-1936) y Jaime Pujiula Dilmé (1869-1958) sobre la aplicación de estas técnicas en la Histología vegetal, con el fin de identificar las mitocondrias y los plastos. Además, Salustio Alvarado Fernández (1897-1981) y Lluis Vallmitjana Rovira (1914-2006) participaron activamente en la discusión acerca del posible origen mitocondrial de los plastos.
Aunque en el campo de la Histología animal las técnicas de impregnación argéntica se utilizaron para identificar y describir los componentes del condrioma en varios tejidos, las aportaciones más destacables se llevaron a cabo en el tejido nervioso y en el muscular. En el tejido nervioso Juan Manuel Ortíz Picón (1903-1995) realizó un extenso estudio del condrioma de las neuronas y Pio del Río Hortega (1882-1945) del de las células gliales. En el tejido muscular estriado Emilio Fernández Galiano (1885-1953) y, especialmente, Vallmitjana intentaron dilucidar las características de los componentes del condrioma y diferenciarlos de otros componentes del citoplasma.
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