Cuando un profesor tiene a su cargo una clase, un cursillo o una cátedra es su deber planear su contenido, atender a su desarrollo lógico y metodológico, idear las ayudas didácticas tendientes a presentar lo que desea enseñar en tal forma que asegure el mayor nivel de asimilación y, por supuesto, de manera ineludible, evaluar ese nivel de asimilación para determinar si ha alcanzado el grado deseado, porque haciéndolo, obtiene entre otras cosas, una medida objetiva de su propia capacidad para transmitir conocimientos.
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