Cuando en nuestra cultura vamos a hacer una reflexión sobre una planta sagrada como el Yagé , muy posiblemente hablaremos de ella clasificándola como una "droga", una "sustancia química", un "principio activo" que va a producir en nuestro sistema nervioso o en nuestro organismo, un efecto determinado el cual puede ser medido, cualificado, repetido en situaciones experimentales diferentes y convalidado dentro de una manera determinada de percibir la realidad, la cual está encuadrada dentro de los principios de nuestra lógica formal.
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