El propósito de este trabajo es mostrar, de la manera más evidente posible, las hondas perturbaciones emocionales de los niños llamados "gamines" que deambulan por las calles de nuestra capital. El haber seguido, muy de cerca, la vida de estos niños en un centro especializado, me ha llevado a la convicción de que su actuación de vagabundeo está sustentada por una estructura psicológica muy trastornada, que requiere un juicioso y tenaz esfuerzo para intentar modificarla, si pretendemos devolver estos niños y jóvenes a la sociedad, en adecuadas condiciones para la utilidad de sí mismos y de la colectividad, gozando así del bienestar que merecen como seres humanos. Considero que el problema de estos niños es fundamentalmente psiquiátrico y debe ser, por consiguiente, enfrentado y orientado por psiquiatras de la infancia, y por eso lo presento a discusión ante este Congreso de la Sociedad de Psiquiatria.
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