La palabra “peregrino” viene del latín “peregrinus”, que significa ir por los campos. Así pues, una lectura en clave filosófica del sentido etimológico de este término nos lleva hacia el centro mismo del pensamiento filosófico occidental, relacionado tanto con el hecho de viajar, para tener experiencias, como con el hecho de construir un método en el camino del conocimiento. La acepción por antonomasia de peregrinar es la de desplazarse por motivos religiosos para visitar un lugar santo (santuario). Un fenómeno que comparten todas las grandes religiones. Y Santiago de Compostela, nuestra ciudad, es meta del camino de peregrinación más importante de toda la cristiandad. Se han dedicado infinidad de libros, a la experiencia de la peregrinación a Compostela, pero los que ahondan en su sentido metafísico, ya no son tan numerosos. En esta comunicación, pretendo hacer una breve introducción hacia la idea del homo itineris, del caminante que hace camino al andar y reflexiona sobre su verdadero sentido, aquello que le ha movido a ser un hombre o mujer de acción y que se refleja en libros de pensadores como Marcelino Agís Villaverde, César Raña o Jesús Ríos Vicente, por citar algunos.
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