El individuo es devenir, se construye en la sociedad y ese proceso de formación para vivir en ella se denomina socialización. Comprende el conjunto de estructuras de interacción que se producen en el encuentro del niño con la sociedad, hasta los nuevos conocimientos que internaliza el hombre durante el transcurso de su vida al hallarse con las instituciones sociales. La socialización es un proceso continuo con el cual el hombre aprende a adaptarse a la cotidianidad, presupone la existencia de un orden histórico establecido por otros hombres, transmitido de generación en generación, implica procesos de construcción de la identidad, de adquisición del lenguaje y de integración con la cultura. La construcción de la identidad se inicia desde antes del nacimiento, mientras el neonato se encuentra en el vientre materno recibiendo un sentimiento de afecto o rechazo, de placer o displacer, de acuerdo con el proyecto de vida que los padres tienen acerca de él. Cuando nace el niño se permanece en una relación simbiótica con la madre, forma un solo ser, es parte de ella, uno y otro satisfacen necesidades mutuas, el niño vive la primera experiencia afectiva, el amor a la diada, el narcicismo primario. La primera relación diádica o el objeto relacional primario como la denomina Lorenzer, producen una regulación pulsional que va a ser el fundamento del conocimiento y de la adquisición del lenguaje. En efecto, se produce una alternancia de placer y displacer, una satisfacción acompañada de una frustración, una demanda permanente del niño por el alimento y por el placer derivado de dicha satisfacción. Se inicia un proceso de regulación pulsional que va convirtiéndose en el punto de partida de las relaciones objetales; en la medida que el niño se diferencia de la madre, va reconociéndose así mismo como objeto distinto al ser amado, como alguien que está solo. Ese primer momento se llama de identidad primaria.
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