Una alimentación equilibrada, balanceada, suficiente y adecuada es aquella que permite al individuo el mantenimiento de un óptimo estado de salud, a la vez que le facilita el ejercicio de las distintas actividades que realiza cotidianamente. La elección de alimentos se convierte entonces en la práctica diaria de "el acto de comer" a distintas horas del día; este acto de ingerir alimentos y combinarlos en las comidas, es el fruto de las diferentes normas que cada cultura ha creado de acuerdo con sus prácticas simbólicas (como los mitos y otras expresiones del pensamiento) y las relacionadas con la reproducción social (ritos de paso, procesos de socialización, restricciones alimenticias, etc.) y con la producción material (cacería, horticultura, fórmulas propiciatorias, etc.) que transforman la naturaleza, el ser humano y las relaciones sociales. Que en el fondo pretenden responder a sus concepciones de salud y bienestar y a la satisfacción de sus necesidades alimenticias.
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