Hasta el advenimiento de los servicios genéticos, y desde el punto de vista médico, una persona debía considerarse sana o enferma. Ahora debemos acuñar una tercera categoría, la de no sano, aplicable tanto a aquellos individuos que están enfermos como a los que poseen alguna anomalía genética ligada a una patología que se expresará tardíamente.
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