Las guerras más crueles no terminan en el campo de batalla, sino que perduran en la memoria y se libran en el terreno más interno y personal. Un largo viaje exhibe el rostro más amargo de la guerra, la reinserción imposible de los soldados que trataron de resurgir de sus propias cenizas después de la experiencia atroz de caer en las redes del enemigo, pero ejerciendo a la vez de impagable película-testimonio, dramatizando el sobrecogedor acto de reconciliación, silencioso y espontáneo de un torturador y una de sus víctimas, que encontraron juntos la coartada para cerrar cicatrices, demostrando que el perdón es siempre un arma infinitamente más poderosa que el odio y el rencor
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