La diferencia biológica entre los hombres y las mujeres se une a todo un proceso de socialización que construye para ambos roles, valores y intereses. Este proceso ubica a los seres humanos en diferentes planos sociales (público y privado) que define su desenvolvimiento y participación. En el privado, se ha circunscrito a las mujeres al cumplimiento de roles principalmente domésticos, familiares y a áreas del conocimiento asistenciales y de educación. En el público, aparece el hombre dominando las posiciones de poder y las áreas del conocimiento y trabajo de mayor crecimiento y mercado. Por lo tanto, partimos de una concepción de género que nos enfrenta a tres niveles: uno, biológico; dos, de pre-suposiciones e intereses sociales y tres, a la organización de la producción del conocimiento. Por ello, no se puede asumir que el género es un concepto que se refiere exclusivamente a las mujeres o a la distribución de hombres y mujeres, por ejemplo, en las universidades, colegios, escuelas, ciencia, entre otros, sino al significado de la masculinidad y la feminidad y, aún más importante, a los diferentes intereses que culturalmente se dan para hombres y mujeres con actividades sociales, organizaciones y proyectos bajo estructuras de valores particulares, incluyendo las áreas de la ciencia y la tecnología.
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