La trayectoria científica de Santiago Ramón y Cajal estuvo modulada por influencias procedentes desde el ámbito de la psiquiatría. Entre éstas cabe resaltar el contacto mantenido con el neuropsiquiatra Luis Simarro, quien le enseñó el método argéntico de Golgi, decisivo para sus futuros descubrimientos, o las corrientes psiquiátricas asociadas al fenómeno de la sugestión hipnótica, que ejercieron algún papel en las interpretaciones psico-fisiológicas del histólogo. Cajal se ocupó también del estudio de los mecanismos histo-fisiológicos de los procesos psíquicos superiores (pensamiento, inteligencia, memoria, percepción, etc.), según las corrientes científicas de la época, muy proclives a este tipo de interpretaciones. Cajal propuso a las células piramidales de la corteza cerebral, a las que denominó “células psíquicas”, como las candidatas para asentar el sustrato de estas funciones psicológicas superiores. Además, dedicó algunas publicaciones a la descripción de las alteraciones histopatológicas de los cerebros de pacientes esquizofrénicos. Desde el punto de vista clínico y anecdótico, Cajal fundó un Comité de Investigaciones Psicológicas en su época valenciana, en el que ejerció la terapéutica sofrológica, y abrió, durante algunos meses, una consulta de Neuropatología y Psiquiatría en su periodo madrileño. El legado de Cajal a la historia de la psiquiatría es doble; por un lado aportó una teoría que cambió la forma de entender el sistema nervioso, la teoría neuronal, y por otro, creó una escuela de psiquiatría que transformó definitivamente esta especialidad en España.
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