El 56% de la población de los 27 Estados miembro de la Unión Europea vive en zonas rurales, y éstas llegan a representar cerca del 91% del territorio, de ahí que debamos cerciorarnos de la vital importancia del desarrollo rural. La agricultura y silvicultura siguen siendo decisivas para la utilización de las tierras y la gestión de los recursos naturales de las zonas rurales de la UE, pero, además permiten diversificar la economía de las comunidades rurales e intentar mantener los servicios básicos para sus habitantes. Es por eso que la política de desarrollo rural debe ser una de las prioridades generales en las líneas de actuación de la UE y de esta forma redirigir la peligrosa dinámica que está sufriendo gran parte del medio rural europeo.
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