A lo largo del último siglo en todo el mundo, y con especial trascendencia en los úlimos años en algunos países de América, la gestión política relativa a los usos de drogas ha generado enormes daños sobre individuos, comunidades e instituciones estatales. En este artículo se analizan los rasgos principales de las políticas estatales de las últimas décadas y los daños sociales más graves que han provocado. Asimismo se sostiene que, ante el incuestionable fracaso de las políticas prohibicionistas, es responsabilidad ineludible de los Estados implementar modelos regulatorios que tengan como objetivo reducir al máximo los daños relacionados con el cultivo, producción, comercio y consumo de drogas.
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