Indonesia, Irán, Marruecos, Angola, Chipre, Colombia, Pakistán e India o un paraíso del tráfico de la droga como es Aruba, son sólo algunos de los clientes de la industria armamentística de nuestro país, un floreciente negocio de consecuencias nefastas. A pesar de que existe un código de conducta, las armas españolas están presentes en la mayoría de los conflictos que saltan a lo largo y ancho del mundo. ¿Industria o derechos humanos?
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