La publicación en 1978 del libro Orientalismo, de Edward Said, supuso una renovación en el mundo de los estudios literarios y culturales. El autor, que vivió y creció en dos colonias británicas, Palestina y Egipto, y cursó sus estudios universitarios en Estados Unidos (donde residió la mayor parte de su vida), denunciaba en esta obra los estereotipos con los que Occidente define y condiciona su mirada a Oriente. Así, este acaba convertido en un ente homogéneo e inamovible. A lo largo de los años, la herencia innegable de esta obra se ha enriquecido con numerosas revisiones críticas que apuntan, básicamente, la paradoja en torno a la cual se construyó. Esta paradoja conduce a la ambivalencia del binomio Oriente-Occidente, y es fruto de la separación poscolonialista de ambas categorías. Ahora que se cumplen diez años de la muerte de Edward Said y muchos países aún se encuentran inmersos en sus primaveras árabes, es necesario superar esta dicotomía y redefinir el espacio mundial para adaptarse a los nuevos acontecimientos
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