Los animales luchan entre sí por alguna de estas dos razones: bien para establecer su dominio en una jerarquía social, o bien para hacer valer sus derechos territoriales sobre un pedazo determinado de suelo. Algunas especies son puramente jerárquicas, sin territorios fijos. Otras, son puramente territoriales, sin problemas de jerarquía. Otras, tienen jerarquías en sus territorios y han de enfrentarse con ambas formas de agresión. Nosotros �los humanos� pertenecemos al último grupo (Desmond MORRIS, «El mono desnudo»).
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