Los grandes quistes de los maxilares han estado vinculados siempre a la humanidad, desde tiempos remotos, pues han sido halladas en restos de especimenes fósiles, han llamado la atención de los clínicos, en torno a su etiología. En la que se ha introducido la participación de la genética, (demostrada en el desarrollo de los queratoquistes maxilares), la fisiopatología, características histológicas (inmunohistoquimica), posibilidades diagnósticas por la imagen, (como la tomografía computarizada y la resonancia nuclear magnética) y otras pruebas.
Además llaman la atención al estudio, por sus alternativas de manejo especialmente las formas radicales, y el análisis de asociaciones a otras patologías benignas y malignas, y de la recurrencia muy alta de algunas de éstas lesiones. Mucho se ha desarrollado para elucidar su naturaleza real, estatificar adecuadamente la lesión descartando asociaciones patológicas sindrómicas, indicar un tratamiento apropiado, y realizar seguimientos a largo plazo. Este artículo pretende recaudar una información general que dé parámetros para abandonar el estudio de los quistes maxilares a partir de la presentación de un caso clínico.
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