Valencia, desde hace siglos, ha generado una propia cultura de la cerámica, gracias a la influencia islámica y a poseer yacimiento de arcilla de inmejorable calidad. La mayoría son productos de ornamentación fastuosa desarrollados en las localidades de Manises y Paterna. Alcanzó su mayor auge en el siglo XV, después cayó en declive paulatinamente y se produjo un cambio sustancial en el tipo de cerámica popular o de loseta. Al llegar el siglo XX, pierde claramente su demanda social, y toma un nuevo rumbo; se empiezan a realizar piezas más expresivas que persiguen la belleza de la propia cerámica en sí misma. Tanto en el tratamiento del material como en el uso de los esmaltes, gestionando por Alfonso Blat (1904-1970). Hacia la mitad del siglo, aparece la cerámica escultórica que pretende expresar el mundo interior del propio artista a través del material cerámico. Enric Mestre (1936- ), con su obra, abrió las puertas de esa forma de la expresión cerámica, que suscita una profunda espiritualidad y misterio de un espacio interior, usando una técnica de alto nivel. Es un artista sin fisuras, perfectamente dotado para el desarrollo de la cerámica contemporánea española, así como un gran maestro. Actualmente, en Valencia, hay muchos ceramistas que han tenido la posibilidad de aprender con él y despliegan notablemente sus actividades en concursos y exposiciones nacionales e internacionales.
Se examina el desarrollo de la cerámica contemporánea en Valencia donde quizás ha proliferado más que en otros lugares de la geometría española. Para ello, se basan en la historia tradicional de cerámica valenciana, tratarán los aspectos más relevantes de la didáctica cerámica y las enseñanzas de Mestre, y valorarán el efecto en algunos de sus alumnos, su aprendizaje, y cómo lo reflejan en su propio trabajo, hasta llegar la presente actual.
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