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Resumen de El estabilizador de los Grandes Lagos

Antoni Castel

  • De aliado de Francia a aliado de EE UU, de actor regional secundario a protagonista para la estabilidad de los Grandes Lagos, la Ruanda de 2014 está tan marcada por la experiencia del genocidio de 1994 como por el estilo autoritario de su presidente, Paul Kagame.

    Ruanda se ha consolidado como un actor fundamental en la región de los Grandes Lagos. A los 20 años del genocidio, el país ha mejorado de forma notable en los indicadores sociales, registra un crecimiento sostenido del siete por cien del PIB y se ha convertido en un ejemplo en cuanto a lucha contra la corrupción y la promoción de la igualdad de la mujer. En la presidencia permanece Paul Kagame, el controvertido hombre fuerte del país desde que el Frente Patriótico Ruandés (FPR), la guerrilla creada por los tutsis en Uganda, tomara el poder en julio de 1994, 12 semanas después del comienzo del genocidio.

    Con la llegada del FPR a la capital, Kigali, se pone fin a 35 años de gobiernos hutus y al orden establecido por estos, tanto en política exterior como en asuntos internos. Ruanda pasa de ser un aliado incondicional de Francia a serlo de Estados Unidos. Y de tener un papel secundario en los Grandes Lagos a ser un actor regional, con capacidad de intervención, en especial en la vecina República Democrática del Congo (RDC, Zaire hasta 1997). Asimismo, el gobierno cambia su discurso racial de exaltación hutu, que fijaba cuotas para los tutsis e indicaba la etnia en el documento de identidad, a otro que no solamente elimina la adscripción étnica, sino que aboga por una nueva identidad, la "ruandidad", y proclama leyes que castigan la expresión pública de la pertenencia a la comunidad hutu o tutsi.

    El cambio de alianzas internacionales es la consecuencia de la propia formación del FPR, nacido en los años setenta en los campos de refugiados tutsis de los suburbios de Kampala (Uganda), y la estrecha relación de Francia con el gobierno hutu del genocidio. Los tutsis que llegan con el FPR a Ruanda son anglófonos, sin referencias culturales francesas y, en algunos casos, como el propio Kagame, han sido formados militarmente en EE UU. No tienen, por tanto, vínculos con Francia, por lo que su referencia no es París sino Washington. Además, la protección francesa a los dirigentes hutus que planifican el genocidio y su negativa a reconocer su responsabilidad en las matanzas son un obstáculo a la normalización de las relaciones. Francia no solamente pierde un aliado sino también su influencia cultural.


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