A pesar de lo que afirman muchos analistas, los acuerdos de Sykes-Picot, firmados en 1916 entre Francia y Gran Bretaña, no definieron las fronteras de Oriente Próximo, sino que trazaron zonas de influencia. Estas zonas evolucionaron de manera significativa tras la Primera Guerra Mundial, cuando se llevaron a cabo las negociaciones que perfilaron estos Estados tal y como los conocimos en el siglo XX. Pero esta arquitectura, impuesta desde el extranjero, parece no estar a la altura para responder a los desafíos actuales.
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