En esta situación de crisis, el autor nos hace una propuesta de recuperar el sentido clásico de la crisis, es decir, visualizar este momento como tiempo de mudanzas, alumbramientos, exploraciones y creaciones nuevas, en todos sus niveles; cultural, político, social, religioso, etc. Teniendo como base fundamental de dichos cambios a la ética. Una ética vista desde los ojos de las personas que se encuentran en situación de exclusión, como un tarea colectiva y apostando por la construcción de una sociedad inclusiva. Para profundizar en estas claves el autor nos invita a realizar un recorrido en varias etapas. Una primera, aquella en la que la ética se construye en torno al coraje personal y grupal ante situaciones de extrema gravedad existencial; una segunda etapa, la ética incorpora la sensibilidad política, que se despliega en la conquista de derechos como nombre de la dignidad; la tercera etapa., reclama una sociedad inclusiva, que incorpora las virtudes públicas y la responsabilidad compartida.
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