El sistema educativo en México, atraviesa por momentos álgidos que exigen de los profesionales de la educación actitudes de compromiso para la transformación social. En la actualidad los paradigmas que guían la enseñanza deben atender a la formación de sujetos con sentido y actitud crítica, en donde el aula se configure como el espacio que permita el intercambio de ideas para renovar y reestructurar el pensamiento, además de hacer una revisión de aquellas pautas de comportamiento que han dejado observar la falta de actitudes positivas en las interacciones cotidianas.
El trabajo con alumnos que se están formando para desempeñar la labor docente implica al mismo tiempo pensar en el desarrollo del pensamiento crítico, no como una posibilidad sino como una condición necesaria para la práctica educativa, dado que si formamos docentes que son indiferentes ante la reproducción cultural e intelectual, será una pauta en la que con dificultad existirá ruptura, además de que en poco tiempo se convertirían en leales reproductores de modelos educativos que probablemente no les signifiquen mucho, pero ante los cuales no se encuentran en condiciones de considerarlos desde una perspectiva compleja en la que asuman una postura epistemológica y pedagógica desde la cual reestructuren su pensamiento encaminado al sentido crítico.
The educational system, in our country, is going through moments that require from its professionals an attitude of commitment towards social transformation. Currently the paradigms that guide teaching must attend to the preparation of people provided with a critical sense and attitude. In this task, the classroom is to be configured as a space allowing the exchange of ideas that are able to renovate and restructure the pedagogical thought, as well as the review of those patterns of conduct lacking positive attitudes concerning daily interactions.
Working with future teachers involved in this kind of work demands also the development of critical thought, simultaneously as something possible and a necessary educational requirement. As a matter of fact, if we train teachers who are indifferent to the cultural and intellectual reproduction, it will be difficult to give rise to a pattern of conduct which provokes the necessary rupture with society's present conditions. In addition, they would tend to become loyal players of educational games that probably do not mean much to them. Besides, they may not be able to consider those educational games from a complex perspective that may allow the assumption of an epistemological and pedagogical position from which restructuring their pedagogical thought in a critical sense may be possible.
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