Los cambios sociales generados a partir del último tercio del siglo XX, diluyen los esquemas personales hasta entonces existentes. Miedo, falta de compromiso, incertidumbre y pasividad caracterizan la vida del siglo XXI. Se habla de sociedad líquida. Pero también este proceso se extiende al ordenamiento jurídico en su conjunto y provoca una relajación alarmante en el principio de respeto a la ley. Además, todo ello se enmarca en una sociedad cuyos jueces no son inmunes a la corriente social de licuefacción.
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