¿Vendería ZP su alma al diablo con tal de parecer más joven? En los dos últimos años el presidente ha envejecido unos seis. Más papada, más bolsas bajo los ojos, menos pelo, más canas y aspecto demacrado. Será el peso de la púrpura y serán los cuatro millones de parados que le pululan por el cerebro.
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