La selección de un primer fármaco antiepiléptico en niños y adolescentes puede hacerse al azar, con la influencia promocional de las casas comerciales, basándose en los ensayos clínicos que motivan su comercialización, con las conclusiones de los metaanálisis, en la medicina basada en la evidencia, en estudios abiertos realizados después de la comercialización, en guías consensuadas de expertos, o tomando como base la experiencia personal. Tras realizar una crítica de todos estos procedimientos, el autor se inclina por la experiencia personal como método idóneo, siempre que se trate de una amplia y prolongada experiencia personal cimentada en la dedicación preferente a los aspectos básicos, clínicos, neurofisiológicos, farmacológicos y terapéuticos de las epilepsias.
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