Los girasoles, uno de los temas favoritos de Van Gogh, se han convertido en un símbolo de la relación entre él y Gauguin. Cuando se conocieron en París, y compartieron la llamada Casa Amarilla, Gauguin le pidió intercambiar el cuadro Dos girasoles por uno de los suyos. Hablamos de mitad del siglo XIX.
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