Resumen de La audiencia sentencia a una pena importante, aunque cinco veces inferior a la pedida por el Fisacal. Segundo golpe a Conde
Es la rúbrica a una etapa irrepetible. La sentencia del caso Banesto ha sido el epílogo tardío y contundente a una novela de pasión, poder y lujo. La novela de la España de los ochenta, la España del felipismo. Mario Conde, ángel y demonio, verdugo y víctima, según las fases, de una década tan prodigiosa como contradictoria, ha sido objeto de una nueva condena judicial. Diez años y dos meses de cárcel por sólo dos operaciones de las muchas que se le acusaba-Concha Espina y Cementeras-, vienen a sumarse a los cuatro años ya cumplidos de condena por el caso Argentia Trust. Otras sentencias mucho más graves vendrán a cerrar este ciclo maldito de la era del dinero, pero de momento, ésta viene a apuntar algunas conclusiones como puños: que la cultura del pelotazo ha terminado; que el Conde vanidoso y maquiavélico que se pretendía no ha eludido la acción de la justicia; que la obediencia debida- que se lo digan a Romaní o a los policías que secuestraron a Marey-no es, definitivamente, garantía de un buen pasar ante los jueces; y que la falsedad, como ya ocurriera con el caso Rumasa, ha dejado de ser un delito peligroso para los señores del dinero. Es difícil que Conde vaya en breve a la cárcel, pero más aún lo es que el supremo reduzca la condena. Su penitencia no ha terminado. Pero los jueces no se han cebado con él y le han conferido tiempo, más tiempo del previsible para la enmienda
