El reciente suicidio colectivo de los miembros de una secta de Uganda pone, una vez más, sobre el tapete la peligrosidad de estos nuevos Mesias, que para conseguir dinero, poder y prestigio, lavan la mente de sus adeptos. 150.000 españoles viven atrapados en la redes de las 300 sectas destructivas que hay en nuestro país. Según los expertos, ser joven, inseguro o estar pasando una crisis sentimental son algunas de las causas que propician la caída en las redes sectarias. Y si entrar es sumamente fácil, salir es lo más complicado
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