Javier de Irala es el prototipo de gestor que Aznar quiere para las empresas públicas o parapúblicas durante su segunda legislatura. Empresarios poco amigos de la política que presentan una buena cuenta de resultados. El presidente de Iberia ha situado la compañía en números negros mientras renovaba la flota, la gran asignatura pendiente. Además, Irala se ha cuidado mucho de no inmiscuirse en la privatización de la compañía de bandera, pues su principal accionista es la SEPI, es decir, el Estado. Una exclusión voluntaria que finalizará cuando termine la OPV, previsiblemente, y si doña Bolsa no se enfada, el próximo mes de junio
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