Las enfermedades neurológicas crónicas en los niños tienen gran repercusión en su vida y en su salud como adultos. La transición desde las consultas pediátricas a los servicios de adultos es un proceso complejo, y no existen datos objetivos sobre cuál es la aproximación más efectiva.
El modelo, sin embargo, preferido es el de habilitar una consulta de transición con especialistas pediátricos y de adultos.
La malnutrición, tanto desnutrición como sobrepeso, es frecuente entre los niños con enfermedad neurológica.
La desnutrición es más prevalente y sus causas son múltiples:
ingesta insuficiente, pérdidas aumentadas y un metabolismo energético alterado. La desnutrición se asocia a un aumento de morbilidad, mientras que la recuperación nutricional se asocia a una mejoría general del estado de salud y de su calidad de vida. No es sencillo determinar cuáles son las necesidades nutricionales en estos enfermos. A esto se asocian las dificultades para la alimentación oral, entra las que la disfunción oral motora es una de las más importantes. Los síntomas digestivos, reflujo gastroesofágico y estreñimiento, junto con la espasticidad, las deformidades posturales y la escoliosis contribuyen a esa dificultad.
Por todas estas razones es necesario hacer valoraciones nutricionales periódicas y evaluar la seguridad y la eficacia de la alimentación oral. Si con las modificaciones de la dieta oral no es posible garantizar un aporte nutricional suficiente, recurriremos al empleo de sondas nasogástricas, pero sobre todo a la gastrostomía endoscópica.
En muchas ocasiones esta técnica se asocia a una técnica antirreflujo. Las repercusiones sobre el estado nutricional y la calidad de vida en la mayoría de estos pacientes es evidente, aunque no es una decisión sencilla para las familias.
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