Los habitantes de nuevo México tuvieron desde la época de Oñate el deseo de disponer de un obispado, que se acrecentó en la medida que lo hacían los sentimientos autonomistas.
Los motivos variaban. Los franciscanos por evitar el control del obispo de Durango.
Los habitantes de Nuevo México, porque veían una forma de promoción espiritual y material, así como el desarrollo de centros de formación. El proyecto estuvo a punto de realizarse en las Cortes de Cádiz, tras la intervención del diputado por Nuevo México Pedro Baptista Pino, en colaboración con el periodista Juan López Cancelada. El regreso de Fernando VII daría al traste con aquel proyecto de diócesis, que solo se crearía tras la anexión a los Estados Unidos.
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